Y bueno, hoy vengo con una noticia que me ha dejado de piedra:
Pues resulta que en una casa estaban jugando a un juego de disparos de la PlayStation con el volumen muy alto, y los vecinos se alarmaron. Llamaron a los GEOs, que hicieron la maniobra que llaman "la caja", es decir, rodearon la casa, bloquearon todas las rutas de huida posibles y dijeron que salieran con las manos en alto. Después los esposaron pero, al aclararse todo, los dejaron libres. Y digo yo, ¡qué susto se tienen que haber dado los que estaban jugando al videojuego! ¿Cómo se quedarían cuando oyeron a los GEOs decirles que salieran inmediatamente? ¡Si es que antes de llamar a la policía tendrían que haber comprobasdo qué era eso! Pero claro, con los nervios, las prisas... Pues no se hacen las cosas bien. Y las prisas no son buenas.
Por ejemplo, cuando suena el teléfono… ¿cuánto tiempo ganas corriendo por los pasillos? ¿Un segundo? ¿Dos como mucho? ¿Y te sale a cuenta correr el riesgo de resbalarte y romperte el dedo meñique para coger el teléfono? ¿Por un segundo? ¡No!
Pero yo he descubierto por qué tenemos tanto estrés: es imposible hacer en un día todo lo que hay que hacer en un día. Para empezar, la comida. Todos los días hay que comerse una manzana, y un plátano, para el potasio. Y hay que beberse dos litros de agua al día. Que digo yo que éstos, más que ir al baño, romperán aguas. Además de eso hay que tomarse un Actimel para tener “L Casei Inmunitas”, que nadie sabe lo que es pero por lo visto como no te tomes quinientos mil cada día hasta ves a la gente borrosa. Además, todos los días hay que tomarse una aspirina para prevenir los infartos. Todos los días hay que comer mucha fibra. Y una naranja, para la vitamina C. Y un donut, si quieres tener el día redondo. Por supuesto, hay que hacer cinco comidas al día masticando trescientas veces cada cosa… Y después de cada comida hay que lavarse los dientes. Así que, si quieres comer bien, por lo menos son cinco horas. Todos los días hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, que con las cinco de antes son veintitrés. Nos quedan tres horas. Y curiosamente, según las estadísticas, los españoles vemos la televisión tres horas al día.
